Hemos sido testigos: la moda no es solo un medio para expresar estilo o identidad, sino también una poderosa herramienta para promover cambios sociales y políticos. Aunque durante las épocas ha estado acusada (a veces con acierto) de superficial, desde cortes de pelo para desafiar a la autoridad hasta desfiles diseñados para visibilizar causas importantes y abrir debates sobre el patriarcado y la sociedad binaria, diseñadores y marcas han encontrado en ella un canal efectivo para alzar la voz frente a las injusticias, defender derechos humanos y apoyar movimientos globales. La moda ha sido, es y será una herramienta y, como toda herramienta, puede ser usada para construir y avanzar o para destruir; por eso es necesario parar un segundo y pensar sobre su importancia social.
La moda como lenguaje de las luchas sociales
En la historia, diferentes estilos han marcado posturas políticas o movimientos culturales: el punk como símbolo de rebeldía, la ropa hippie como un grito por la paz, el normcore como la optimización dosmilera o los power suits de los 80 para subrayar el avance femenino en el ámbito laboral. Hoy, la moda se ha sofisticado como herramienta de activismo, contando historias que inspiran y educan, pero no solo a través de prendas o accesorios, sino también utilizando el propio cuerpo como lugar de autoexpresión y reivindicación.
Una de las áreas donde ha tenido un impacto significativo es el feminismo. En su desfile de 2017, por ejemplo, Dior presentó camisetas con la frase "We Should All Be Feminists" (Todos deberíamos ser feministas), un mensaje directo tomado del ensayo de Chimamanda Ngozi Adichie. Estas prendas no solo tuvieron una repercusión global, sino que también redirigieron las ganancias hacia organizaciones que apoyan la igualdad de género. Era el comienzo de la tercera ola del feminismo y, aunque la moda la convirtiera en algo con lo que (también) poder vender camisetas, elevó a su vez el movimiento a algo aspiracional y deseable, acercando al público general a unas conversaciones antes restringidas a ciertas esferas. Al final, lo importante era que el público general empezara a darse cuenta de que la igualdad era cosa de todas las personas.
La moda y los derechos LGTBIQ+
El colectivo LGTBIQ+ ha sido uno de los grandes precursores de la moda, siendo sus integrantes las personas clave en el avance de muchas tendencias. Genios del diseño como Vivienne Westwood, Mugler, Walter van Beirendonck, Alexander McQueen, Christopher Bailey para Burberry, Raf Simmons o Thom Browne han creado colecciones donde se visibiliza y se celebra todo lo queer; desde dar espacios a colectivos oprimidos hasta desdibujar las líneas entre los géneros cambiando los usos tradicionales de faldas y trajes, han sido la punta de lanza de muchas reivindicaciones que acabarían calando en sociedad.
Si vamos más allá en la lucha y el activismo, ha habido personajes icónicos que, a costa de exponerse y mover las fronteras entre estéticas, géneros y normas impuestas por lo hegemónico, han cambiado paradigmas enteros. Hunter Schafer con su papel en Euphoria y sus campañas para Prada o su aparición en el calendario Pirelli o Alex Consani ganando el premio a Modelo del Año con solo 21 años han sido, entre muchas otras personalidades, exponentes de que la realidad está cambiando para ser más inclusiva gracias al trabajo incesante de muchas. Han puesto toda su persona para abrir el camino a otras que vendrán después, de la misma manera que hicieron pioneras como April Ashley, Tracey Norman, Teri Toye o Caroline Cossey. Como dice JW Anderson en una entrevista a Vogue: ““La moda debe llegar a un punto en el que dejemos de tener que hablar del género”.
Durante el Mes del Orgullo, hay muchas marcas que se ponen la bandera LGTBIQ+ como foto de perfil simplemente para subirse al carro y no parecer insensibles, pero muchas otras marcas lanzan ediciones especiales para recaudar fondos destinados a organizaciones que luchan contra la discriminación y apoyan a la comunidad. Otro ejemplo es el de Savage X Fenty, la marca de lencería de la cantante Rihanna, que desafía las normas tradicionales de género y celebra cuerpos de todo tipo. Ha costado, pero ahora en la moda se busca una diversidad que antes no se esperaba.
El activismo ambiental en las pasarelas
La sostenibilidad también se ha convertido en otra iniciativa social en la que la moda tiene mucho que decir. Hace cinco años, los grandes nombres de la industria de la moda más conocidos (Adidas, Burberry, Chanel, H&M, Inditex, Nike, Prada, Kering…) firmaron un documento llamado “Pacto de la Moda” en una cumbre del G7 celebrada en Biarritz cuyo tema central era el cambio climático. Ahí se comprometieron a disminuir su impacto nocivo en el entorno y a reducir sus emisiones de gases efecto invernadero; sería interesante conocer, cinco años más tarde, cómo han logrado hacerlo o si están en el camino correcto, como prometieron antes de la pandemia.
Diseñadoras como Stella McCartney, por ejemplo, han apostado por el feminismo sostenible, promoviendo la igualdad a través de la moda ética y la responsabilidad medioambiental, demostrando que los derechos de las mujeres están intrínsecamente ligados a la lucha por un mundo más justo. Es innegable que la apuesta por un modelo de negocio más sostenible para una línea de producción que, a veces y en ciertas marcas, supone una explotación injusta de los recursos naturales y humanos, es algo en boca de todas las firmas, aunque nadie tenga la tecla perfecta para dar con las solución. ¿Terminar con la producción de colecciones que se quedan obsoletas cada dos semanas? ¿Sancionar a aquellas empresas que no cumplan con los requisitos mínimos de la sostenibilidad? ¿Concienciar a los consumidores de las prácticas reales de cada marca? Las opciones son varias y diversas.
Inspiración para el cambio
Nos hemos vestido para reflejar lo que somos y lo que pensamos desde siempre; desde símbolos culturales hasta quitarse el sujetador para reivindicar la libertad femenina, desde la ropa de la gente de clase alta a los monos de trabajo de la clase trabajadora, la ropa nunca ha sido solo “ropa”. La moda saca a relucir temas que son importantes para la sociedad; los pone sobre la mesa uniendo a las personas en torno a ellos mediante un lenguaje universal, es decir, la estética. Las prendas no solo son objetos de deseo, sino también lienzos donde se plasman ideas, reclamos y política; ya sea a través de mensajes feministas, inclusividad LGTBIQ+, sostenibilidad o apoyo a causas locales, la moda está demostrando que un simple vestido puede ser el comienzo de una revolución.